Qué pasa cuando eres tú la que hace de la relación un infierno y no te quieres dar cuenta.
Cuando termina una relación nadie quiere ser al malo del cuento, lo más fácil es culpar a tu ex por todo lo que estuvo mal entre ustedes en vez de pensar que quizá tú fuiste una pareja tóxica y que eres la responsable de que todo acabara mal. ¿Te suena? Checa estas señales.
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1. No asumes la responsabilidad. Cada vez que discuten buscas ganar a como dé lugar, jamás admites que te equivocaste y culpas a tu pareja o a terceras personas de todo, lo que puede hacerlo sentir menospreciado e insultado, y daña mucho la relación.
2. Evades los conflictos. En vez de lidiar con los problemas que se presentan prefieres hacer como que no pasa nada o que es algo insignificante, así que sólo cambias de tema y sigues adelante, sin siquiera intentar resolver las cosas.
3. Culpas de todo a tu pareja. Todo lo que sale mal, es su culpa, ¡todo! Si llegan tarde al cine es porque él es impuntual, si te enojas es por algo que él hizo, si la casa está hecha un desastre es porque él no limpia. Y si se le ocurre reclamarte algo tienes una lista de razones por las que tú eres perfecta y él no.
4. Siempre volteas las cosas para ganar. Si en una discusión todo está en tu contra encuentras la forma de “volteársela” para que la culpa caiga en él una vez más, y si es necesario distorsionas la realidad con tal de no admitir tus errores.
5. Te haces la víctima. En esas raras ocasiones en que aceptas la culpa de algo, en lugar de enfrentar las consecuencias buscas que los demás se compadezcan de ti.
6. Haces que tu pareja cambie. Mientras luchas por mantenerte fiel a ti misma y que te acepten tal cual eres, no te das cuenta de que tú sí has hecho que tu pareja modifique algunos aspectos de su personalidad, su imagen o su forma de vida. Puedes o no habérselo pedido directamente, pero de pronto lo notas triste, distante o enojado. Lo más irónico es que al final te quejas de que “ya no es como antes”.
7. Te enfocas en lo negativo. Obsesionarte con los aspectos negativos de tu pareja o de tu relación es de lo más desgastante. Si siempre estás hablando de sus peleas, de cuánto lo has hecho mejorar desde que está contigo o de cuánto te molestan sus defectos, es una señal de alarma.
8. Necesitas validación constante de tu pareja. Todo el tiempo le estás preguntando si te ama, cuánto te ama, si te dejaría por alguien más o si le gusta alguien que no seas tú. Cuestionar cada pequeño detalle y vivir en función de lo que dice tu pareja también es una conducta tóxica que daña profundamente la relación.
9. Te aferras a la relación aunque las cosas estén mal. Aunque él, tú y todos a su alrededor saben que se están haciendo daño, no eres capaz de terminar la relación. De hecho, si él termina contigo haces todo lo posible para volver a conquistarlo, quizá porque no soportas la idea de que sea feliz con alguien más o tal vez porque lo sientes como un fracaso ¡y tú nunca fracasas!
10. Notas el daño que le hiciste al otro. En uno de esos momentos dignos de película, te das cuenta de que hiciste o dijiste algo demasiado hiriente y que nada volverá a ser igual. Ahí llega la revelación que estabas evitando: tú fuiste la causa de su dolor y la persona tóxica en verdad eres tú.
Terminar con alguien que amas es horrible, pero saber que tú fuiste quien llevó todo a un proceso destructivo y a lo que se conoce como "relación tóxica", es peor. Ahora sientes que no tienes derecho a sufrir por la pérdida, porque resulta que es tu culpa.
Asumir nuestra responsabilidad no es nada fácil, pero si te das cuenta a tiempo puedes hacer algo para cambiar el rumbo de tu relación, o por lo menos estar más consiente para cuando el amor vuelva a tu vida.
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